Las marchas feministas

No sé, sí en más de una ocasión le ha pasado a usted en casa, que frente a un hecho grave –cualquiera que se le ocurra en un ejercicio de imaginación simple-, nadie de los miembros de su familia realiza comentario alguno, toman una cierta actitud de tranquilidad pasmosa, y que por el contrario, frente a un hecho frívolo, se vuelcan las energías para reprochar la nimiedad.

En los hechos de la vida de este país -no conozco ejemplos en otras naciones-, pasa lo que un antiguo y estimado profesor señalaba, en la vida política de México, las discusiones públicas son proporcionalmente inversas a la magnitud del problema, esto es, frente a un problema menor, una gran discusión.

Todo parece indicar, que frente al hallazgo de las madres rastreadoras, de una fosa clandestina con más de 290 cadáveres en el Estado Veracruz, se quiere tomar una actitud del clásico: “no pasa nada”, y frente a las pintas de las patas al ángel de la independencia, la actitud de buena parte de la sociedad, así como, la reacción de las autoridades de la Ciudad de México y del Gobierno Federal, fue de ponerse de pestañas, dejando de ver un asunto por demás importante: la violencia estructural hacia la mujer, que se ve reflejada en lo que va del año 2019, -según datos oficiales- en 448 feminicidios, 1364 homicidios dolosos contra mujeres, 206 secuestros, 30,000, lesiones contra
mujeres.

Y es que desde hace años, una de las grandes ausencias del Estado mexicano, es lo correspondiente al fortalecimiento real de los derechos de las mujeres. Por lo que las 33 marchas simultáneas que se dieron en todo el país, de las que fuimos testigos, nos habla, de un movimiento con bastante energía en la exigencia de estos, y nos hace recordar, que la lucha por los derechos humanos, es una lucha constante de los ciudadanos frente al Estado, nada es gratis en esta vida, y el Estado jamás concede la ampliación de los derechos por voluntad propia, se tiene que salir a las calles a exigirlos.

Desde hace tiempo que el derecho de acceso a la justicia a las mujeres -que abarca, disponibilidad, acceso, buena calidad, suministro de recursos jurídicos para las víctimas, rendición de cuentas, que permitan optimizar el potencial de la emancipación y transformación del derecho-, resulta un objetivo que se plantea, desde, la sociedad civil –en sus distintas organizaciones-, a pesar del discurso oficial en contra de ellas, y de los diferentes comités internacionales.

Cabe hacerse varias reflexiones, sobre las marchas, pues por un lado, diferentes crónicas, pretendieron desprestigiar las diferentes manifestaciones, alegando que no era la forma, y surge aquí la pregunta, con qué autoridad son capaces de afirmar tal situación, y en todo caso, cabe preguntarnos, ¿cuál es la forma correcta de manifestarse?, ante una cruda realidad de feminicidios que viene en aumentos en los últimos días. Por otro lado, no debemos olvidar, que la terrible violencia, de mujeres desaparecidas, violadas, y un largo etcétera, impiden a las mujeres salir a la calle con tranquilidad, y que no debemos aceptar, que estos fenómenos delincuenciales tomen carta de naturalización en nuestra sociedad.